La sala de espera

“Me entrego al dolor. Una especie de inversión en activos tóxicos, un impulso complicado de explicarte ahora, en esta sala de espera. Ni más ni menos admirable, tan solo una opción. No quise domesticar el instinto, ni aplicar un sano criterio que impidiese reacciones desproporcionadas. Respeto mis impulsos  y sus correlatos pero también sé negarme a ellos  y, aunque te cueste creerlo, a veces, mi lucidez me obsesiona, pero me salva también de los múltiples engaños del juicio. En definitiva, soy un tipo socialmente inútil, disciplinado en mi interacción con mi mundo social pero vacio cuando proyecto mi propio contenido en ese mismo mundo . No tienen sentimientos, por eso me entrego al dolor… para no ser como ellos.”

Al decir esto me miraba pero ya no podía verme, como si ya no estuviese allí.  Era su turno e intentaba zafarse de la cortesía de las enfermeras. Él tenía gotitas de sudor en la frente y yo, de repente, sentí  una breve y profunda lástima por ese tipo.

Deja un comentario